EL MENSAJE REAL

No sería justo acallar mi sentimiento de privilegio al verme escuchado por Su Majestad la Reina Letizia. No sería justo, pues no es otro mi sentido que que representar a las personas con problemas de salud mental, y que por amplia circunstancia pertenece a los Órganos de Gobierno de SALUD MENTAL ESPAÑA.

Aprendí en su día, en los magníficos cursos para portavoces que realiza la Confe, que el mensaje debe iniciarse en el punto donde se encuentra el receptor. Así, es posible que la Reina Letizia sepa que las personas con problemas de salud mental pueden llegar a tener una vida normalizada; que es sabido el estigma social que nos prejuzga, y que de ahí nace la necesidad de visibilizar nuestras aspiraciones.

Pero, más allá, es mi inquietud que el discurso sobre salud mental no empiece en el momento de una descompensación, sino que miremos a la salud mental como un activo vital al que tiene derecho toda persona, y que debe cuidarse como a un tesoro de envidiable fortuna. La labor de cuidado debe ser un aspecto central de la vida social y política.

Con la pandemia del COVID-19 nos hemos adentrado en un territorio de máxima vulnerabilidad. Según los primeros estudios el 46% de la población española ha sentido el malestar psíquico, y en porcentaje parecido la gente ha ido perdiendo el optimismo y la confianza.

Es mi razón que la salud mental no es un término absoluto, y así, si identificamos la salud mental como toda experiencia positiva y enriquecedora, de la misma forma, la incertidumbre existencial puede abocarnos a una pérdida de la constante de salud. Es el principio de una búsqueda, y por momentos, nos vemos en el centro de un océano interminable.

Si elevamos esta amenaza a nivel generacional, caeremos en la cuenta de la necesidad de ofrecer una planificación, una estrategia, una acción positiva y consciente.

La salud mental no debe mirarse como a un rudimento más de la vida, sino como un elemento fundacional del individuo. Esto es así porque sin salud mental no hay bienestar, son términos hermanos. Y si no hay salud mental, ¿de qué te sirve todo aquello que posees?