Imagen surrealista de un libro.

«El recipiente de la Felicidad»

Patricia, Ceuta.

cuento de hadasÉrase una vez una niña que soñaba con tener una vida de cuento de hadas.

Esa niña fue creciendo y dándose cuenta, poco a poco, de que nada de lo que había imaginado era fiel a aquella realidad a la que se enfrentaba.

Cada vez se sentía más sola y perdida, hasta que un día cayó en la cuenta de que había extraviado su bien más preciado…”Su Esperanza”.

Pasaron los años y esa niña se hizo adulta. Convertida ya en mujer, solía tener la sensación de que algo le faltaba…notaba como un extraño vacío en su interior.

A veces no se reconocía a sí misma…no conocía a la persona que tenía frente al espejo…tantas dudas…tanto miedo…

Solía pensar que no sería capaz de controlar sus emociones y ser feliz.

Otras veces, sentía que no tenía control de su propia realidad…los sucesos del día a día no los identificaba como propios…era como si observara la vida de otra persona a través de un proyector de cine, sin poder hacer nada al respecto.

Su vida se le estaba yendo de las manos…estaba convencida de que nada de lo que hiciese podría mejorar su situación.

Lo único que tenía claro, en ese momento, era el papel que ella misma interpretaba en su día a día…disimulando su malestar y sonriendo de cara al exterior.

Su principal deseo era simple: “Recuperar la ilusión que había perdido”.

El vacío del que hablo en este relato, ese vacío que muchos y muchas por desgracia conocéis, en mi caso, fue fruto de la pérdida de motivación por vivir plenamente.

Toda acción que me alejaba de mis valores y principios, toda conducta que llevaba a cabo y con la que no me sentía identificada, cualquier aspecto de mi vida que supusiese una falta de respeto hacia mí misma o hacia las personas de mi entorno, iba haciendo mella en mi alma.

Tenemos muchas probabilidades de recuperar la Ilusión…esa “fuerza de voluntad” que nos empuja a levantarnos cada mañana, enfrentarnos a nuevos retos y perseguir objetivos y sueños.

A mí me ayudó mucho poder tener acceso a espacios sociales y artísticos comunes, libres de juicios, en los que podía practicar mis habilidades y aptitudes personales y artísticas con total naturalidad y libertad.

Ahora soy consciente de que cuando perdí mis metas y objetivos estaba eligiendo lugares improductivos para depositarlas y, además, proyectando demasiadas ilusiones en un mismo lugar, persona o contexto.

Para mí, la clave de la recuperación fue poner mi empeño en algún aspecto de mi vida que me diera muchas satisfacciones a corto plazo sin correr demasiados riesgos.

Me di cuenta de que el abanico de posibilidades motivacionales era muy amplio…Que tenía la opción de recuperar sueños que creía olvidados, volver a ponerlos en lugares más prácticos y satisfactorios y, por qué no, ser yo misma el “Recipiente de mi propia Felicidad».

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