Estrellas

El estudio recomendado del informe sobre derechos humanos, que ha elaborado el equipo de la Confederación Salud Mental España, ha de llevarnos a una reflexión y a un diagnóstico con que establecer las áreas de mejora.

De base, si hay algo que es objeto de aprobación es que la dignidad en las condiciones de vida de toda persona afectada por un problema de salud mental ha de completarse teniendo en cuenta todas las facetas de la naturaleza humana.

Entonces, como astro luminoso que emerge por la línea que marca el horizonte, el texto de la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad, hace lectura de todas las razones que conforman la felicidad del ser humano, y sirve de contraste. De nuestra parte, hacerle justicia.

Aquí, el principal condicionante, y la principal excusa de los poderes, es que los recursos son escasos. Por lo tanto, su plasmación real ha de venir precedida de una priorización en la cartera de servicios. Es necesaria una acción política positiva y consciente basada en la eficiencia. A igualdad de medios, mejores resultados; y convencer de ello a estos poderes públicos.

Siendo así, la pieza magistral que haría que todo el puzzle encajara sería la “coordinación”, principio y fin de los factores de eficiencia en un Sistema.

Si entendemos por sistema todo organismo que funciona con una única lógica, -o lenguaje-, y lo ponemos en movimiento con un único foco de energía, la Convención de la ONU, el resultado sería un circuito cerrado, una acción coordinada. Nada se pierde; todo se transforma. Esta semilla; esta cosecha. Tanto inviertes en salud; tanta salud obtienes.

Sin embargo, a día de hoy, el sistema está disperso, lo que hace que se pierdan muchos recursos. Y es por esto que la capacidad de respuesta de los poderes públicos está muy limitada: algunas medidas por allí, algún logro por allá, pero con poca fe. No se llega a todo el colectivo. Nada significativo si es que soñamos con esa tierra prometida que son los derechos consagrados en el texto de la ONU.

El derecho al empleo, a la educación, a la vivienda, a la salud, a la igualdad de género, toda una amalgama de acciones que quedan desdibujadas por el escaso empuje del convencimiento, y que hace que el paisaje sea el que es: somos un colectivo que está en severo riesgo de exclusión, por la pobreza, pero también por el rechazo.

En un sistema cerrado de energía, con una política coordinada, el poder de transformación se retroalimenta, y se puede llegar a evolucionar. Podemos despojarnos de ese resto instintivo que es el estigma, y entrar en una nueva edad, más moderna.

No está en nuestras manos erradicar la enfermedad, pero sí hacerle frente con políticas de promoción de la salud, de sensibilización, que nos lleven a la utopía posible de la conciencia colectiva. Toda la sociedad unida, persiguiendo el mismo destino: el bienestar.

La aceptación de que los derechos consagrados por la Convención de la ONU son una verdad universal nos proyectará al infinito, y el reinado de la oscuridad tendrá su ocaso.

Desde el Comité Pro Salud Mental En Primera Persona, queremos mostrar agradecimiento a los redactores del Informe sobre el Estado de los Derechos Humanos en las Personas con problemas de salud mental en España, porque con su calidad vamos ganándole terreno a la irrealidad; esa sensación que hace que los que tienen el poder no nos tomen en serio o, simplemente, ni nos observen.

Las personas somos el mayor foco de energía que tiene el universo, quizá tengamos más luz que las estrellas conocidas, pero nuestra prosperidad depende de cómo nos coordinemos, de cómo nos organicemos con nuestros semejantes. Tenemos una dimensión social, y no podemos renunciar a ella.

Si la solidaridad es la fuerza por la que se unen las estrellas, qué no hará con almas gemelas.

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