“Si no damos el paso, nadie va a luchar por nosotras”
La aceptación de los procesos para una verdadera igualdad de género debe incluir también los aspectos relacionados con la salud mental y ha de llevarnos al conocimiento de esta realidad.
En respuesta a esta necesidad la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA ha creado una red estatal de mujeres con problemas de salud mental, para tratar la dimensión de género y sus implicaciones con la salud mental. Siendo así, compartimos con vosotros una serie de datos y argumentos, ya que no hay como conocer una realidad para propiciar el cambio.
El género afecta de manera fundamental la salud mental, dado que determina el poder diferencial y el control que los hombres y las mujeres tienen sobre los determinantes socioeconómicos de sus vidas, su posición y condición social, el modo en que son tratados dentro de la sociedad, así como su vulnerabilidad y exposición a riesgos específicos. Por ejemplo, la depresión, la ansiedad y las quejas somáticas predominan mayoritariamente en las mujeres.
Cuando hablamos de “enfermedad mental” nos da la impresión de que la persona tienen un problema, y que ese problema es responsabilidad suya. Pero el problema no está en la persona, está en el entorno. El entorno es el que tiene que cambiar para entender a la persona e integrarla. Dichas connotaciones negativas que acompañan al concepto de “enfermedad”, nos ha motivado a hablar de “salud mental”. El caso se agrava en el caso de la salud mental y la mujer, ya que nos encontramos con una triple discriminación: el género, tener una discapacidad, y la imagen social estigmatizada de la salud mental con respecto a otras discapacidades físicas o intelectuales.
El estigma de retroalimenta en el caso de las mujeres, ya que por el solo hecho de serlo, a las mujeres con trastorno mental se las llega a tildar de “histéricas”, “vagas”, “desaliñadas”, o “malas madres”.
El resultado de todo esto es que el 70% de las mujeres con problemas de salud mental no tienen trabajo remunerado, y esto es grave ya que acceder al mercado laboral es una vía poderosa de participación social y realización personal, y “una salida” a la violencia de género.
En 2015 y 2017, la federación FEDEAFES Salud Mental del País Vasco, publicó una investigación sobre la violencia que sufren las mujeres con problemas de salud mental, y arrojó unos datos reveladores:
- Muchas mujeres que tienen un problema de salud mental grave sufrieron previamente, por ejemplo en la infancia, violencia sexual o familiar.
- Tres de cada cuatro mujeres con este tipo de problema han sufrido violencia en el ámbito familiar, y/o en la pareja, alguna vez en su vida.
- Alrededor del 80% de las mujeres con problemas de salud mental grave que han estado emparejadas en algún momento de sus vidas han sufrido violencia procedente de la pareja.
- El 52% de las mujeres con este tipo de problemas que conviven con familiares han sido victimizadas en el último año.
- El riesgo que tiene una mujer con un problema de salud mental grave de sufrir violencia en la pareja se multiplica entre dos y cuatro veces con respecto a las mujeres en general.
- Más del 40% de las mujeres que están sufriendo violencia en la actualidad no la identifican como tal.
- En la mitad de los casos la/el profesional de referencia en la Red de Salud Mental no conocía la existencia del maltrato ocurrido durante el último año.
Otro dato que ha de poner en valor el papel de la mujer en la sociedad es que en España el perfil de la persona que cuida a un familiar con problemas de salud mental es mujer de 64 años, que cuida a su familiar durante 21 años, empleando 24 horas de asistencia a la semana.
En definitiva, si queremos cambiar la realidad social de las mujeres y niñas de este colectivo habremos de favorecer el empoderamiento, crear espacios de crecimiento personal, multiplicar la formación, hacer adaptaciones para la accesibilidad psicosocial que faciliten la integración y la participación, atender el derecho al trabajo y a una vida independiente, y por supuesto, potenciar las campañas de prevención de violencia de género.
Es necesario asegurar el acceso y la atención adecuadas de las mujeres con discapacidad en los servicios de salud mental, poniendo especial cuidado en la resolución de conflictos personales como consecuencia de haber sufrido una esterilización o abortos forzosos, malos tratos, o abusos de todo tipo, abandono o retirada de hijos/as por cuestionar su capacidad de cuidado, entre otros. Es necesario garantizar la adecuada formación de los profesionales de la salud mental sobre los derechos humanos y libertades fundamentales de las mujeres con discapacidad psicosocial, que garantice una atención basada en el pleno respeto a su dignidad y autonomía, según los principios establecidos en la Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
La educación, la autoestima, la seguridad y el valor son los componentes de ese cambio que nos llevará a la condición humana.
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