Montaña K2, pico de roca y nieve.

‘CADA UNA TIENE SU K2 Y TIENE QUE APRENDER A SUPERARLO’

Los pasados días 21 y 22 de noviembre, tuvo lugar en Pamplona el III Foro Social de Mujeres y Niñas con Discapacidad bajo el lema ‘Unidas en la Diversidad’. El encuentro, en cuya ceremonia de apertura participaron Mª Carmen Maeztu, Consejera de Derechos Sociales del Gobierno de Navarra, Concepción Díaz, Presidenta de la Fundación CERMI Mujeres, Pilar Urdiola, Representante de Red Eléctrica de España y Mª Luz Sanz, Presidenta del CERMIN, convocó a más de 300 mujeres y niñas y contó, una vez más, con el protagonismo del testimonio directo como piedra angular para la reflexión y la comprensión de la realidad de las mujeres y niñas con discapacidad, esta vez desde un marco en el que se daba especial sensibilidad a la diversidad. En su discurso inicial, Mª Luz Sanz dio especial hincapié a las dimensiones numéricas de la discapacidad, afirmando que, de cada 5 personas que tienen discapacidad, 3 son mujeres y en que 1 de cada 5 mujeres tiene discapacidad. ‘Unidas podemos ejercer más presión en sanidad, empleo y otros ámbitos’.

Concepción Díaz, por su parte, expresó que ‘este foro nace con la función de que niñas y mujeres estemos reunidas y empoderadas para tomar conciencia de nuestra realidad, unidas en la diversidad y orgullosas de quienes somos, de nuestra identidad, construyendo un país más digno, independientemente de nuestras características. Las mujeres con discapacidad tenemos mucho que nombrar, que visibilizar. Si hablamos de diversidad, tenemos que señalar la importancia de esa diversidad y conseguir la dignidad de todas las personas y el respeto a la diferencia. Es importante que las políticas públicas y el movimiento asociativo tengan en cuenta el aspecto de género’.

Díaz señaló las diferencias del programa de este año con respecto del anterior, en el que se ha dado especial protagonismo a la diversidad. ‘Las mujeres con y sin discapacidad tenemos el conocimiento para tejer nuevas redes y construir un nuevo conocimiento’.

Recordó, así mismo, que el 25 de noviembre se celebra el día internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y que, entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 5 es el de la igualdad de género. ‘En una sociedad progresista, es imposible alcanzar ese objetivo si no se tiene en cuenta al 50% de la población. ¡Somos muchas! Tenemos que garantizar nuestros derechos, la formación, el empleo, la vida autónoma. Las mujeres con discapacidad, en comparación con los hombres, vivimos un gran retroceso social, económico y laboral. El 64% de las mujeres con discapacidad presentan una tasa de inactividad. En las políticas de empleo hay que tener en cuenta esa realidad. Tenemos que ser protagonistas de la vida política’.

Concepción Díaz destacó que, en España, ‘las esterilizaciones forzosas que aún suceden están amparadas por el código penal. Tenemos nuestros derechos reproductivos y deben respetarse. Nuestro objetivo es empoderarnos, pues nos desarrollamos a través del empoderamiento, y la responsabilidad pasa por todas y cada una de nosotras, también por los poderes públicos y por las asociaciones’.

Mª Carmen Maeztu, por su parte, señaló la importancia de estar unidas frente a la violencia contra la mujer y convertir este foro en un ‘espacio abierto a la participación y al diálogo, de intercambio de las mujeres con discapacidad y de todas las diversidades: funcionales, de género, de origen, etc.’. Así mismo, recordó que, en el último informe de la Relatora de los Derechos de las Personas con Discapacidad, se señalaba la vigencia alarmante de la esterilización forzosa, de los abortos coercitivos y del sesgo en las políticas públicas.

 

En primera persona

Wafa El Elj, mujer con discapacidad superviviente de violencia de género, cuenta que era muy independiente, hasta que ‘me di cuenta de que él me estaba maltratando. El miedo es paralizante’. Un día, después de que ella hubiera decidido separarse y conseguido una orden de alejamiento, él le disparó para luego suicidarse. Wafa quedó con tetraplejia. Se pudo recuperar en el Hospital de Toledo y, pese a que en este proceso de recuperación proyectó muchas esperanzas, también pensó en ‘no volver a vivir, porque no me podía mover’. Sin embargo, al conocer a otras personas en situaciones similares, independientes, pero con barreras, consiguió salir adelante. Poco a poco, consiguió salir a la calle para lo más básico, comprar, y cada vez fue adquiriendo más autonomía. Pone el acento en que, en la comunicación de la violencia machista ‘salen las que están asesinadas, pero no las que tenemos secuelas como yo. Empiezan a ser visibles en periódicos y televisión, y eso me anima a que haga todo lo que pueda para que sea aún más visible’. Sobre su recuperación también señala la importancia de aprender cosas nuevas: ‘juego a dardos con una cerbatana, he podido viajar y aprender informática. Nadie me va a parar ni a quitarme las ganas de vivir’.

Alicia Ramajo, mujer con discapacidad trans de 26 años, comenzó su intervención recordando a ‘todas esas mujeres con discapacidad que no disponen de este altavoz que supone el Foro’. Alicia fue quedándose ciega a partir de los 11 años. Su ventaja, según sus palabras, es haber hecho el tránsito siendo persona con discapacidad ‘porque ya estaba de vuelta de todo’. Siendo persona trans, ‘mis criterios estéticos se quedaron en el pasado, y yo pensaba que aún se llevaban los calentadores’. También se preguntaba: ‘¿por qué no puedo llevar dos colores que no pegan si el tacto es chulo? Partí de cero con 24 años, con ayuda para maquillarme. Luego decidí no usarlo. Mi suerte es haber tenido apoyo brutal por parte de mi familia’.

Mesa de la conferencia. De izquierda a derecha, Alicia Ramajo, Mariluz Sanz y Wafa El ElPero el discurso de Alicia va más allá. ‘Convivo con el capacitismo. Al haber transitado hacia mujer con discapacidad he podido ver los problemas que tienen las mujeres con discapacidad. Al ir por la calle te cogen sin pedir permiso, te tratan como si fueras una niña’. Critica los medios de comunicación que ‘aún no recogen el término ‘capacitismo’, que hace referencia, entre otras cosas, a agresiones cotidianas que no se entienden como agresiones porque son pequeñas’. Para Alicia es importante revisar esas actitudes que hacen que ‘yo salga a la calle con miedo de que alguien me sujete del brazo porque soy mujer con discapacidad. Él entiende que necesitas su ayuda, te ve como algo muy pequeñito. No tenemos voz, no somos quién porque no somos nada’.

Este relato se enlaza, una vez más, con la visión social de la discapacidad, no como algo que atañe meramente a las personas con discapacidad. ‘Nosotras tenemos que acudir a terapia y ellos no tienen que sanar nada, ni que hacer nada. Yo soy la loca, la chunga. La discapacidad no es una cosa de nuestros cuerpos. La discapacidad es social, es política, pura política. Nuestro sufrimiento no es por lo que no podemos hacer, es por la actitud de los demás. Tengo que trabajar tantas cosas de mi identidad y luego¿ tengo fuerzas para ir a buscar trabajo?’.

Sobre la salud mental y la psiquiatrización de lo trans

Alicia Ramajo declaró: ‘no existe la disforia de género, nosotras adoramos nuestro cuerpo’. Para su tránsito, una de las personas que le ayudó fue ‘una persona psiquiatrizada. Creo que precisamente por su manera de estar tan fuera de lo normativamente entendido como salud mental me aportó ese punto de locura necesario para poder dar ese paso para salir adelante. Creo además que la condición de mujer y la condición de mujer con discapacidad van muy asociadas a una violencia psicológica que nos convierte en personas que tenemos que pasar por muchas situaciones de ansiedad por no entender qué está pasando, por momentos en los que tenemos que reconocer que nos cuesta salir a la calle… Y todo ello no porque nosotras estemos mal, sino porque los demás, que son los que realmente tienen que afrontar el problema, están ocupando ese espacio. Yo no soy la responsable ni la culpable, pero tengo que asumir eso. Y hacerlo desde una posición sana y estable mentalmente es muy complicado’.

Para Alicia, su salud mental se ha visto cuestionada ‘cuando yo he empezado a reaccionar ante estas situaciones de violencia cotidiana que son leídas como agresividad por mi parte, como ‘esta tía está loca’’.

En resumen, lo importante es dotar de ‘educación real sobre las discapacidades. Las historias de superación personal son insuficientes, no aportan nada, pueden ser hasta negativas. No quiero que mi situación sea vista desde la admiración. Tiene que haber formación real sobre cómo se debe interactuar con nosotras. No es no, bien en el terreno sexual, pero también en la discapacidad’.

Y termina haciendo una reflexión sobre el empoderamiento: ‘para mí lo importante es tener fortaleza. Empoderarse es una palabra muy relativa. Yo quiero que los demás pierdan su poder, yo ya tengo el suficiente. Debemos hacernos fuertes, pero no valientes -que, al fin y al cabo, es afrontar miedos-. Yo ya no quiero afrontar miedos, ya he afrontado los suficientes’.

 

CONFERENCIA MARCO: cómo abordar la diversidad de las mujeres y niñas con discapacidad desde un enfoque interseccional.

Natalia Flores, docente investigadora en la Universidad de Deusto, fue la encargada de aportar la visión teórica que enmarca el feminismo y la discapacidad: la interseccionalidad. Influenciada por la experiencia de su hermana con discapacidad intelectual, a la que vio ‘desde muy pequeña en una realidad que me ha interpelado: llorando, enfrentada a situaciones de violencia. La discapacidad era un problema. Mi hermana sufría porque tenía un problema’.

Para Flores, la interseccionalidad ‘explica las múltiples exclusiones y problemas que atraviesan a las mujeres, nacida en el seno del feminismo negro, que a su vez surge del feminismo blanco. En este último, se había dado por hecho que todas las mujeres por el hecho de ser mujeres se enfrentaban a los mismos problemas. Y no es así, se están excluyendo a las mujeres trans, a las negras, a las mujeres con discapacidad, a las lesbianas’. La interseccionalidad pone de manifiesto la necesidad histórica de ‘contemplar la diversidad, y no solo de observar el ser mujer del feminismo hegemónico, cuyo sujeto de observación era la mujer blanca, heterosexual, de clase media-alta, etc.’

Entonces, gracias al feminismo negro ‘podemos recrear una herramienta para ampliar la mirada y, sobre todo, para darnos cuenta de quiénes nos estamos dejando fuera. Cuando hablamos de interseccionalidad estamos hablando de relaciones y posiciones en sistemas de dominación: capitalismo, heteronormatividad, capacitismo, patriarcado... Todos ellos tienen efectos sobre nosotras y nos sitúan en la matriz de dominación en un cuadrante diferente’.

Además, las categorías son móviles, como por ejemplo la edad. Así, ‘una mujer con discapacidad y otra sin experimentarán de manera diferente la situación de ser mujer’.

Y, mientras ‘muchas mujeres se atacan entre ellas, el enemigo se frota las manos. De ahí lo necesario de la solidaridad y la sororidad. La interseccionalidad nos hace ver las capas de dominación que convergen en una mujer según sea su edad, discapacidad, etc.’

Para Flores, entonces, toda esta observación de la interseccionalidad nos aporta ‘una nueva epistemología feminista, una nueva forma de crear conocimiento y acercarnos a la realidad para favorecer una comprensión más profunda de las complejidades identitarias presentes en la convergencia de discapacidad y género. Las causas de la situación de exclusión social de las mujeres con discapacidad se deben buscar en ciertos valores masculinos dominantes en las sociedades capitalistas’.

 

Edurne Pasaban hablando con los brazos abiertos. A su derecha, la intérprete en lengua de signos y más a la derecha, una foto proyectada de la montaña con la palabra "ambición"EDURNE PASABÁN: ‘Cada una tiene su K2 y tiene que aprender a superarlo’.

Edurne Pasaban es conocida por haber sido la primera mujer en completar la ascensión de los 14 ochomiles, explicó además una historia de superación muy especial. Isabel Quintairos, miembro del Comité Pro Salud Mental en Primera Persona de Feafes Galicia y de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA, narra el testimonio de Edurne Pasabán en el III Foro Social de Mujeres y Niñas con discapacidad:

‘Cuando era niña sufrió una enfermedad que la hizo retraída y tímida, y a los 14 descubrió una afición que se convertiría en la pasión de su vida: subir montañas.

En la montaña se sentía libre y en paz, y conoció a personas que la animaron a perseguir su sueños. Así, en 1998, con 24 años, alcanzó la cordillera del Himalaya. Pero no fue hasta 2001 que consiguió llegar a la cumbre del Everest. Y con ello inició el proyecto de su vida: subir los 14 ochomiles de la tierra.

Y entonces convirtió subir los 14 ochomiles en el proyecto de su vida. Fue duro. Se rodeó de los mejores y más expertos escaladores; trabajó muchísimo; pagó precios como perder dos dedos de los pies por congelación; pero entre 2001 y 2010 logró subir los 14 picos de más de ochomil metros del planeta.

Sólo hubo un momento en que se planteó dejarlo. En 2004, después de coronar el K2, una de las montañas más difíciles de escalar, donde sufrió terribles condiciones, y donde se le congelaron los pies. Después de lograrlo, empezó a pensar si tenía sentido seguir: tenía 31 años, sus amigas tenían parejas, hijos, vidas estables; y ella era diferente.

Edurne narra así como cayó en ‘una depresión profunda; intenté quitarme la vida en dos ocasiones; la muerte estaba más cerca en la vida real que escalando los ochomiles. Afortunadamente me di cuenta, pedí ayuda, mis padres me apoyaron; estuve ingresada dos veces, dos meses cada vez. Me recuperé. Hoy puedo decir que es posible llevar una vida normal teniendo problemas de salud mental; se puede salir de ese pozo negro; no pasa nada por tomar antidepresivos, por medicarse; no somos gente rara. Es importante tener apoyo a tu lado, buena gente’.

Precisamente fue su primo el que le hizo ver que ella no era una persona normal, porque cada una es especial, y que su vida estaba en su gran proyecto. Así continuó y coronó todos los ochomiles, entrando en la historia del alpinismo.

Edurne Pasabán dejó un mensaje muy claro a las mujeres con problemas de salud mental: ‘cada una tiene su K2 y tiene que aprender a superarlo. Porque se puede. Necesitas tres cosas:

  1. Ambición: proponte una meta, piensa en grande, no te conformes con cosas pequeñas
  2. Hambre de éxito: piensa que podrás, y seguro que será así.
  3. Levantarte y seguir: cuando te fallen las fuerzas, pide apoyo, levántate y continúa.

Imagen de la intérprete en lengua de signos y la pantalla en la que se proyecta una foto de la montaña y la palabra ambiciónY sobre todo no pierdas la ilusión por lo que haces y ten siempre al lado a esa gente buena, muy buena, que todas tenemos cerca, para que sea nuestra gran fuerza’.

Y termina:

‘Todo lo que he aprendido para alcanzar mis sueños y mis retos tiene más sentido si lo puedo compartir con otras personas’.