Varios smileys con expresiones enfadadas o tristes, desenfocados. Enfocado únicamente uno con sonrisa.No existen manuales para la vida, la vida misma es la gran maestra, una gran verdad con la que tarde o temprano todos nos encontramos.

Así me sucedería a mí cuando hace ya casi 20 años, un problema desconocido y tan alarmante que sentía, ponía en riesgo mi propia supervivencia, llegó a mi presente.

En un primer instante (como a muchas personas que sufren este trastorno también les pasa) creí que iba a morir, un gran conjunto de sensaciones físicas y mentales se sucedieron en mí y no dejarían de acompañarme durante meses. La ansiedad, quisiera admitirlo o no, sufrirla o no, había llegado para quedarse.

Aquellos días formarían parte de los más complicados de mi vida, pero pronto el problema no dejaría lugar a muchas opciones. Podía lamentarme eternamente, con lo que la ansiedad y sus síntomas no pasarían sino todo lo contrario, o podía elegir tomar las riendas de mi realidad y responsabilizarme de la situación hasta luchar por cambiarla.

No lo sabía entonces, pero solo la segunda opción era la correcta.

Creo que la felicidad no es una constante sino un conjunto de momentos en los que realmente nos sentimos felices, y lo mismo sucede con su contrario, la infelicidad. La vida se compone de momentos buenos, otros normales y también momentos malos, algo que debemos aceptar pero a lo que no debemos resignarnos. Es nuestro deber luchar por traer más momentos buenos y menos malos a nuestro presente, y es en los momentos difíciles cuando más debemos empeñarnos en ello…

Así me sucedería a mí en aquel camino junto a la ansiedad…

Llegaría el día en que comenzaría a responsabilizarme de mí mismo como nunca antes lo había hecho, levantándome cada mañana con más energía, y trabajando por conseguirla mientras mantenía una sonrisa y encontraba un método que poco a poco me hacía sentir mejor. Conseguiría así sonreír incluso conviviendo con ese duro problema, la ansiedad, el trastorno mental más extendido en la actualidad en el mundo.

Poco a poco iría también conociéndome mucho mejor, tal vez por primera vez en mi vida, mejorando mi mundo y ganando en amor propio. Eliminaba de mi vida aquello que la complicaba y traía a ella más de lo que conseguía lo contrario, estaba aprendiendo a transformar un problema en una oportunidad, me estaba convirtiendo en una versión mejorada de mí mismo.

Y ese sería el camino, un camino que me convertiría realmente en alguien diferente, una especie de transformación en la que aun sufriendo, una oruga se convierte en mariposa, consiguiendo volar mucho más lejos y hacer realidad muchos de sus sueños…

Sueños como el de escribir un libro que pudiese ayudar a más personas a comprender la ansiedad y encontrar esa oportunidad que yo mismo un día encontré al convivir con ella, un objetivo que se haría realidad para hacer entender al mundo que “creer es crear”, y que no existe mejor momento para empezar a hacerlo que: ahora mismo.

Gio Zararri