¿Es necesario el ojo por ojo, diente por diente? ¿Somos conscientes del caminar que llevamos a diario puede causar daños colaterales por despreciar y acusar a quien nos entre en gana? Cualesquiera fueren las causas y límites mentales en las que afrontamos nuestras acciones. Rara vez existe empatía, autocrítica o una buena acción. Nos obcecamos hacia el asimilar decir NO en algunas situaciones, pero no sabemos concretar dónde debemos hacerlas, más allá de las comúnmente racionalizadas. ¿La educación que recibo en casa es la idónea? O basamos en echarle el muerto encima a un sistema educativo y sus maestros, que puede ser culpable de ello, pero ¿habéis sentido oprimido vuestro cuerpo o mente alguna vez? ¿Luchaste de manera férrea por alguna injusticia? No digo que seamos constantemente héroes, pero por qué unas veces sí y otras te dan igual, quizá no atañen a algún miembro de tu familia… tal vez no nos hemos parado a pensar en eso, “las familias”, todo tan grotesco y estrafalario a la vez… llamémosle clases sociales más bien. A los pingüinos, los canes, los flamencos o cualquier animal sintiente, no los llamamos con sobrenombres de la familia a la cual pertenece… y los humanos, tan cercanos previsiblemente y tan lejanos unos de otros.

Nos echamos mierda encima y la mayoría de las veces, no hay intereses de por medio, es una falacia destruir para construir, similar a la energía, solamente habríamos de transformar lo existente, dar más importancia a la evolución, las buenas prácticas, o al menos, a no fomentar el odio y la desidia. El capitalismo, las farmacéuticas, las armas, y cualquier modo de sumisión hacia alguna corporación, crean máquinas de seres vivos. Sabiendo que 1 de cada 4 personas a lo largo de su vida padecerá algún tipo de problemática en salud mental, o siendo perjudicado por muerte no natural comúnmente conocida como el suicidio (en España es la primera causa en los últimos 12 o 13 años), en los que la mayoría de veces, lleva directamente ligada alguna patología mental previa, no pudiendo seguir siendo participes de esta realidad silenciada.

Las necesidades se recrean con oportunidades, por ello demos una oportunidad a la humanidad y no nos obsesionemos en hablar por hablar, en criticar a través un punto de vista no ratificado, y sobre todo en coartar en contra de buenas acciones, por un ocio que solamente debe servicio a unos pocos. El trabajar para vivir, el querer con amor, el ser resolutivos ante las adversidades, puede dar una oportunidad a la vida, aunque estamos deseando salir de las denominadas: pandemias, crisis, divorcios, hambre… para pegarnos la fiesta padre y seguir dando jodienda, creyéndonos los omnipresentes ante todo, y nada haber aprendido. Seguir la manada es una evidencia en el transcurrir del mundo, si ese transcurrir va en una misma dirección, viviendo en armonía y resquicios de libertad. Las contenciones, los grilletes sin haber hecho nada, cambia el chip, ver esas situaciones desde una ventana o pantalla digital, redunda en pobreza humana.

Hay una magnificación (entre otras) en psicología sobre la liberación en las situaciones con una metáfora; decía una niña a su madre al ver los animales de un circo, ¿por qué ese elefante tan grande no se escapa, si solo lo tiene sujeto una soga a un endeble palo de madera al suelo?, tal vez ese elefante de pequeño, al atarlo, lo hicieron con cadenas fuertes y a un sitio donde le sería imposible escapar, aunque él intentara por todos los medios huir de una situación nada cómoda, ahora de grande y viejo, su mente no le aporta fuerzas a intentar seguir con la huida, a pesar de que con un solo paso, con toda probabilidad, escaparía de ese yugo que lo hace esclavo.

A nosotros, los humanos, nos ha sucedido algo parecido, a diferencia de ellos nos hacemos decir ser seres racionalizados, pero en los últimos 6 minutos, si las 24 horas estuviera fraccionado todo, desde la prehistoria hasta el ahora, nos hemos cargado el planeta, y hacemos viral unas iniciativas vacías de sentir y teniéndonos sin alma, solo en pro del dinero, y para nada nos da la moral saber, nos estamos maltratando la mente, y creando daños colaterales, echando siempre las culpas al de enfrente, cuando no sabemos afianzar nuestras propias alternativas de pensamiento y hacer para seguir.

En esta era tecnológica, nadie se para un momento a hacer memoria, para acordarse de los intraterrestres, aquellos de edad longeva que contaban leyendas de los distintos lugares, o los chismosos desaciertos acaecidos por la aburrida y perversa desconocida realidad. Tal vez tuviéramos que replantearnos nuestro rumbo, el propósito al cual nos fundimos con nuestro espíritu, y hacernos en cierta medida partícipes de nuestro hacer sin llegar al extremo de inmiscuirnos en lo ajeno, para crecer como individuos dentro del ovalo complejo lleno de tantos colectivos conocido con el sobrenombre de La Tierra; o tal vez no, y hacer viral lo que tantos textos sagrados pueden llegar a repudiar al final.

Necesito volver a valorar los paisajes florecientes, las imágenes inolvidables en la retina, inmersos en un brutal contraste de colores, recuperar la deidad por lo agnóstico, conseguir llenar entre todos de ilusión la vida, escuchando el todo, o maravillarme ante una película de dibujos animados junto a quienes, por supuesto, sustentarán el mundo mañana. Para ayer fue tarde y del hoy sé, que depende de muchos factores, y uno de ellos es, no lagrimar por lo que pudo ser y nada quise hacer.

Jonathan Yuste, representante de la federación murciana en el Comité Pro Salud Mental En Primera Persona de SALUD MENTAL ESPAÑA.