Una mujer con melena rosa

Rosa Desvariada

Hoy estaba pensando en cuánto debe haber cambiado mi vida, para lo que se supone que debería haber sido, a raíz de la enfermedad. Pero reflexiono y también se puede decir que ha sido bueno para mí. Me diagnosticaron ya bastante mayor, 35 años tenía, esquizofrenia (esta palabra hace daños pero más al que la escucha, temen a lo desconocido a la par que lo ven como algo lejano e improbable). Tuve mi único y primer brote hasta hoy día. Han transcurrido 12 años y como conclusión puedo decir que estos años han sido, como lo diría, satisfactorios; sí, me he demostrado a mí misma lo fuerte o no fuerte que soy, también se ha acentuado mi ya intrínseca sensibilidad desde que nací, me he quitado de encima personas diríamos toxicas y por el contrario he conocido a otras buenas, cariñosas, inteligentes y bastante libres de prejuicios. Sí, en definitiva han sido 12 años donde he tenido mucha suerte y también yo he puesto mucho de mi parte para estabilizar el desequilibrio inicial, he luchado contra los efectos secundarios de los medicamentos a la vez que he aprendido a vivir con ellos.

En pleno juicio y facultades añado a lo anterior que mi vida antes de la enfermedad estaba vacía y llena a la misma vez de deseos insatisfechos, penalidades en el mundo laboral, desatinos en lo amoroso y frágil en mi propia salud. La vida de las personas “normales” y lo pongo entre comillas porque, en el fondo, ¿qué es la normalidad? Una palabra abstracta sin fundamentos reales y universales, es un vida complicada en la sociedad en que vivimos, equilibristas siempre en la cuerda floja y sin colchoneta en el suelo.

Hoy en día tengo mi pensión que me da la seguridad económica, tengo una persona a mi lado (también enfermo mental) que me acompaña y somos amigos y nos queremos. Mis padres están bien y mi hermano también. Yo tengo más tiempo libre que lo dedico a estudiar y escribir poesía y lo que yo llamo mis reflexiones como esta…

Llevo mucho tiempo estable y eso me da alas para seguir creciendo como persona. Me mantengo activa atendiendo a mi tía que es ya mayor (tiene 88 años) pero está bastante bien. En fin, tengo una vida bastante completa; me voy de vacaciones con mi pareja (los dos solos) y muy bien. El año pasado estuve en Britania practicando el inglés.

En fin, que aunque no llegaba a pensar, en los momentos oscuros, en esta sostenible (como debería ser “desarrollo sostenible”) vida, pero lo he logrado, soy dueña y no dueña de mis propias circunstancias como todos los seres humanos.

A veces creo que mis abuelos, allí donde estén, me han protegido y ayudado, guiándome y poniendo en mí camino las oportunidades para sanarme.

Nunca me he autocastigado por no prevenir la enfermedad ni he llorado por mi mala suerte al padecerla, solo lucha, positividad y concienciación.

Me siento muy unida a las personas como yo, a los que les pasa lo mismo que a mí, son mis verdaderos amigos y desde mi nueva perspectiva son los mejores amigos, ya que nos ayudamos sin condiciones.

A ellos les dedico este texto y a ellos me gustaría dedicarles el resto de mi vida. Tengo proyectos, me gustaría representarlos en mi pueblo, para fomentar sobre todo nuestra integración en la sociedad. Pero no sé si podre, necesitaría un equipo de personas comprometidas primero, después el apoyo de los compañeros y padres involucrados en la salud mental, reflexiono y me digo que si tiene que suceder este proyecto, sucederá, yo mientras tanto me sigo preparando.

Lo dicho: a todos mis compañeros les dedico este texto y también a mi familia que siempre ha creído en mí.