En el Comité Pro Salud Mental En Primera Persona hablamos sobre todo de participación. Hablamos, sí, de participar en la vida social, en la convicción de que el rol psicosocial del individuo es inseparable de su salud. Pero también nos referimos a la participación en los propios procesos de recuperación, en el funcionamiento de las mismas unidades de salud mental.
En el Comité estamos convencidos de que la toma de decisiones compartidas y la expresión de acuerdos como las voluntades anticipadas, que faciliten el respeto y la confianza mutua entre el profesional y el usuario favorecen la adherencia a los tratamientos y mejora el pronóstico de evolución. Asimismo, puede constituir un cable para el autoconocimiento, disminución del autoestigma, y fomento del empoderamiento, que a fin de cuentas es lo que se busca.
Se trata, en definitiva, de superar un modelo en el que el profesional es el experto, el paciente hace lo que se le dice, y los cuidadores se encargan de que lo haga.
Pero, ¿qué son las voluntades anticipadas? Éstas, son una herramienta utilizada para proteger los derechos de las personas usuarias de salud mental, para mejorar la relación clínica, adaptar sus preferencias y necesidades, así como facilitar los procesos de toma de decisiones en previsión de encontrarse en una situación de incapacidad transitoria.
“¿Qué harán conmigo si sobreviene un brote? ¿Quién debe hablar por mí? ¿Qué medicación se me administrará? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Dónde estaré ingresada? ¿Aplicarán contenciones mecánicas? ¿Y contenciones químicas? ¿Evitarán por todos los medios un posible suicidio si llegase a darse el caso?”
Piensa en todas las preguntas que se te puedan ocurrir e intenta llenar el espacio de las respuestas. Anota todo lo desearías que ocurriese durante una crisis inesperada. Y ahora imagina que tus voluntades se cumpliesen.
En este sentido, no buscamos un desencuentro con los profesionales, ni alterar las competencias, sino que buscamos su complicidad, para que un nuevo aire de optimismo y positividad se dibuje en el rostro de los que esperamos turno para ver al doctor. Ante todo, los usuarios somos un colectivo necesitado de moral.
Aquí, uno de los hitos que está propiciando el cambio de paradigma es la aparición de guías y documentos para la Planificación Anticipada de Voluntades como es el caso de la Guía de Apoyo del Servicio de Salud de Andalucía. Aquí, ya tocamos el terreno de lo concreto y nos ponemos a nivel de lo expresado en la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad. Estos planes no se limitan a la mera cumplimentación de un documento, sino que formaría parte de un proceso continuado de información, comunicación y apoyo a la toma de decisiones.
Hace milenios los griegos se dieron cuenta de que cuando un médico intenta imponer un tratamiento a un paciente había algo que no funcionaba. Así, las voluntades anticipadas deben estar presentes en todos los ámbitos de la salud de las personas.
El desafío consiste en que los profesionales pierdan el temor y acepten que estos documentos no son sólo éticamente vinculantes sino que les ampara la legalidad. Así lo hemos escuchado de algunas voces autorizadas. Como diría el convencido: “que no nos cuenten milongas”.
En serio: ojalá que nuestra voluntad llegue a ser cumplida y respetada, y que nuestra capacidad de decisión no se quede por el camino.