Hermanos hablando a través de un teléfono de latas

LA IMPORTANCIA DE LA BUENA COMUNICACIÓN

Escribo este texto para hablar un poco de la importancia del lenguaje en todos los ámbitos y porque veo, por desgracia, cómo continuamente no se presta la debida atención a las directrices más adecuadas.

El lenguaje es fundamental para una buena comunicación, tanto entre nosotras, las personas con experiencia en problemas de salud mental, como por familiares, técnicos, personas que hacen labores de portavocía y, por supuesto, los medios de comunicación.

El lenguaje debe ser inclusivo y respetuoso con nosotras mismas, porque no es sólo un mensaje que estamos dando hacia el exterior, sino también porque ese mensaje nos lo estamos dando, a la vez, a nosotras mismas. Me explico mejor: si verbalizamos hacia fuera que somos enfermos mentales y tenemos una enfermedad mental, al mismo tiempo estamos asimilando en nuestro cerebro que somos enfermos mentales y tenemos una enfermedad mental. A mí, la verdad, me parece súper negativo y triste que hagamos esto, porque no nos define como personas. Todo esto no son más que las ‘benditas’ etiquetas.

Por otro lado, hace tiempo que se cambió el nombre de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA y desde ella se está haciendo un gran trabajo de base para modificar el lenguaje y hacerlo más inclusivo y correcto. Es importante para todas que hagamos el esfuerzo de expresarnos de la manera correcta, pero no porque el cabezón de Jose Luis se haya obsesionado con este tema. Es que, entre otras muchas cosas, es lo que nos piden desde la Confederación y, además, porque el término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es discapacidad psicosocial.

Discapacidad psicosocial: a unos le gustará menos y a otros más, pero si no usamos este concepto, usemos siempre el de personas. Siempre la persona delante. Por ejemplo: ‘personas con problemas de salud mental’, o ‘personas con experiencia con problemas de salud mental’. Pero siempre, siempre, las personas por delante y nunca la “bendita enfermedad mental”.

Definirnos como enfermos mentales no es bueno para nadie y, además, yo discrepo de la enfermedad mental como tal. Pienso, y es una opinión mía, que lo que está realmente demostrado es que hay factores sociales y psicosociales detrás de los problemas de salud mental.

 

Las preguntas que me hago son:

¿Cómo vamos a conseguir que estas palabras que etiquetan, que son estigmatizantes, discriminadoras y muy injustas, no salgan en los medios de comunicación si nosotros somos las y los primeros en seguir haciendo uso de ellas?

¿Cómo vamos a lograr cambiar la sociedad si seguimos yendo a dar charlas, hablando en medios de comunicación y en nuestro día a día, comunicando nuestros mensajes de esta manera?

¿Cómo podemos representar a los colectivos a los que pertenecemos con un lenguaje correcto si seguimos haciendo uso de estas expresiones en juntas directivas o redacciones de informes, siendo personas técnicas, familiares, personas con experiencia propia o de cualquier otra índole?

No sé si a ustedes les gusta ver titulares de este tipo:

‘Un enfermo mental mata a su madre tras estrangularla y golpearla en Gran Canaria’.

‘Un enfermo mental se enfrenta a 9 años de cárcel por matar a su padre asfixiándolo con una manta’.

‘Un enfermo mental mata a su madre en el barrio gijonés de Monteana y se entrega a la policía’.

A mí me da mucha tristeza e impotencia. Se está haciendo mucho esfuerzo para cambiar todo esto, desde la Confederación y desde muchas otras entidades que saben la importancia de liberarnos de esta losa.

Pues esto es lo que trasciende en la sociedad cada vez que alguien del colectivo hace un acto violento, con víctimas o sin ellas, pese a que desde la OMS se haya desmentido que haya una vinculación entre los problemas de salud mental y el ejercicio de la violencia. Es más, podemos afirmar que, de los actos violentos, sólo alrededor del 4% están protagonizados por personas de nuestro colectivo. Es decir: no somos para nada personas violentas. Cuando algo así sucede, hay que observar en qué circunstancias ha ocurrido porque, quizás, la persona estaba bajo los efectos de alguna sustancia, por ejemplo.

No podemos aún evitar del todo este tipo de titulares lamentables, pero sí podemos ir cambiando nosotras para que, cuando hablemos, lo hagamos de forma positiva, inclusiva, realista y veraz.

Por todo esto hago un llamamiento y un ruego a todas y todos de que eliminemos esta horrorosa etiqueta. Porque las palabras sí importan. Y porque somos personas.

¡Un abrazo gigantesco!

Jose Luis Herrera
Miembro del Comité Pro Salud Mental en Primera Persona de la Confederación SALUD MENTAL ESPAÑA y de Salud Mental Afes.

 


Links de interés:

https://consaludmental.org/centro-documentacion/guia-estilo-salud-mental-45526/

https://comunicalasaludmental.org/

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