Gota de agua sobre una brizna de hierba. En el fondo, desenfocada, una flor violeta

LECTURA DE LA ESCASEZ

Si al veinticinco por ciento de la población mundial le es dificultoso el acceso al agua dulce, ya sea para consumo como para irradiar los campos de cultivo, diremos que el agua dulce es un bien escaso.

De la misma manera, si el veinticinco por ciento de la población mundial tiene afectada la salud mental, podemos concluir que la salud mental también es un bien escaso.

Esta lectura de la escasez nos pone sobre la pista de la urgente necesidad de normalizar los procesos que rodean a la salud mental, y nos ayuda a construir una conciencia colectiva, donde la salud mental ya no es un problema de algunos, sino de la sociedad en su globalidad.

Para conseguir esa conciencia colectiva sobre salud mental, que armonice los desequilibrios en la percepción y nos provea de una visión en positivo, es necesario articular un lenguaje liberador y veraz que de las claves de ese fin que es la inclusión.

En una sociedad inclusiva, el género humano encuentra su sentido, y la salud mental arraiga, echa raíces. En la negación y el estigma la solución se esconde a los ojos.

La clave inmediata que introduce el concepto de escasez es la de cuidado activo, la de conservación.

La no existencia de un discurso social sobre salud mental hace que esta realidad solo emerja cuando llega la postración (entonces todo el entorno se conmociona).

Fijaos. Hay una aceptación o cultura referente al cuidado de otros órganos, como el corazón, los pulmones, o el hígado; pero se incurre en el error de dar la salud mental por entendida, y esto hace que tengamos la guardia bajada, con un perfil bajo de atención.

La ampliación del territorio conceptual, donde la salud mental es un bien escaso, debiera llevarnos al fomento de ambientes educativos y laborales respetuosos con la función mental. Y al autocuidado, con la adquisición de hábitos de vida saludables (el orden es un gran aliado de la salud).

Por el contrario, con la guardia en alto, la sociedad y el sistema de salud podrían actuar en el momento de las señales de alarma, y no sobre episodios más graves de descompensación, cuando la recuperación se vuelve compleja por muchísimos enteros, y la herida se hace profunda.

Una vez más, la promoción de la salud nos sitúa en el futuro, y es en la prevención cuando el estado de bienestar, relativo a la salud, encuentra su verdad, su sostenibilidad.

Solo haciendo lectura de aquello que nos rodea adquiriremos un lenguaje, y solo con un lenguaje podremos explicar aquello que nos rodea.

Qué bueno sería que todos aprendiésemos a exteriorizar nuestros sentimientos, pues es inmenso el potencial de las palabras, su poder.

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