Te has ido
Te has ido.
Y has dejado tras de ti un grito de impotencia.
Un llanto interminable. Un dolor profundo. Una brecha insalvable.
Si sólo hubieras… Qué se yo.
Qué puedo saber yo de tu soledad,
Qué puedo saber de tu necesidad.
Yo, que contigo apenas crucé unas palabras.
Y, sin embargo. Qué es este plomo que siento en mi cabeza.
Y este abismo en mi corazón.
No me lo creo. No. No.
Qué podíamos hacer. Qué podías hacer.
Te has ido. Y ahora es ya demasiado tarde.
Los que quedamos aquí, intentaremos cubrir en vano tu falta.
Intentaremos dar sentido a lo que has hecho.
Pero no. No. No.
Intentaremos explicar a nuestras hijas que esto no se hace.
Que siempre hay faros.
Intentaremos sonreír, aunque nos duela.
Porque esto no se hace. No se mata. No se mata.
Podríamos ser cualquiera. Podríamos ser tú.
Podría ser mi marido, tu mujer. Mis hijos, las tuyas. Y tener ahora el llanto interminable.
No lo sabías, pero había otras salidas.
Si sólo hubieras… qué sabré yo de lo que habrás hecho o intentado.
De tu apagado grito desesperado.
De tu dolor.
No te juzgo. Quién soy yo.
He estado también en ese umbral.
Llamando a esa puerta sin sentido ni habitación contigua.
Pero no lo llegué a hacer.
Esta noche
He jurado a las estrellas y a mi pena que nunca nunca nunca nunca nunca nunca
Y que si, quizás, vuelvo otra vez por ahí,
Volveré a pedir ayuda, una y otra vez. Una y otra vez. Una y otra vez.
Porque siempre hay salida. Siempre hay salida.
Siempre hay un faro.
Y que esta sencilla oración nacida de la tristeza sea un pequeño homenaje.
Silencioso, pequeño, muy pequeño. Pero, ojalá.
Ojalá encuentres paz. Ojalá encuentres Amor.
Autora: Alicia