Imagen de un acantilado y del mar azul

Ni aun por rabia acudáis al engaño de la muerte, pues son tantas las penas y las heridas en los que te esperan. Ni aun por ruina tampoco.

Nos gusta imaginar que la vida es un hada buena, de voz agradable, que desde algún lugar de nuestras conciencias nos enseña a valorar lo que tenemos, aquello que nos fue entregado por el simple hecho de nacer. Es común crecer en el seno de una familia que te quiere; es frecuente poder estudiar y jugar con el tiempo hasta vernos en el futuro con todos los sueños conseguidos. Es noticia que muchos logran hacer un relevo generacional limpio, y cerrar su círculo guiados por la fuerza de la fortuna.

Pero ¿qué ocurre con aquellas personas que, al cabo de la edad, se miran las manos y las ven vacías, que miran alrededor y el conjunto está ausente, cuando la familia no es espejo en el que mirarse, ni llegan las voces de su consejo?

La oscuridad cubre tu mente, allí donde solo había luz. El hada buena se ha convertido en una bruja deslenguada, experta en el lenguaje de la desesperación. El sentido natural de la vida, que es la búsqueda del contento, se ha varado en el fondo del océano, sometido a una presión asfixiante.

Las nubes de la tormenta se estremecen y la peor de las sentencias acude a nuestros oídos: la vida ha sido un error.

Desde el Comité Pro Salud Mental En Primera Persona de la Confederación decidimos que la única forma de hacerle frente a esta lacra social, que es el fenómeno del suicidio, es hablar de él sin tabúes sobre sus causas y consecuencias. El caso contrario, apartar la mirada, introducirse en una burbuja de felicidad prefabricada, no ayudará a los que están viviendo una duda existencial.

Nos informan que incluso la Organización Mundial de la Salud recomienda un debate social como único cauce hacia la solución. Asimismo, no sería malo un Plan Nacional de Prevención, ya que estamos hablando de la segunda causa de muerte no natural en España, y una de las primeras en el mundo. Una realidad que no nos debe hacer tirar la toalla. Sería bueno también la proliferación de psicólogos/as en atención primaria y educar en la escuela sobre las ganas de vivir, y cómo afrontar emociones adversas.

El artículo termina así: entonces, en el momento de la rendición, un eco del pasado brota desde lo más profundo de la memoria, y que acaso es la memoria de un pueblo. Voces que te recuerdan que todo alrededor es belleza si miras con los ojos del corazón: el sol que completa su forma en la hora de las amanecidas; momentos de silencio escogido que te hacen apreciar el murmullo de las olas; el contraste del azul del cielo con el azul del mar, separados por una línea inexistente; las visitas al arroyo que salpica en el rostro si te acercas a beber; y cubrir distancias con el paso decidido de los antiguos caminantes, aquellos que crearon el pensamiento para explicar la naturaleza que nos circunda.

Otra cosa será la noche, el crepitar de las hogueras donde arden las maderas agradecidas, y la luna resplandeciente, pues hay magia en las miradas. No hay nada más grande que el día.

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