La teoría de los tres modelos

Teoría de los tres modelos

Siempre es bueno idealizar un punto de llegada, un objetivo, al tiempo que se valora la situación de partida, un diagnóstico, ya que solo de esta forma podremos describir una trayectoria, una evolución hacia el bienestar.

Al plantearnos en el Comité el diseño de un modelo de atención óptimo, encontramos tres certezas o áreas para el fomento de la salud mental.

En primer lugar, observamos una incidencia creciente de problemas de salud mental en la sociedad, lo cual no hará sino acentuar la escasez de recursos para una atención de calidad. Ya se sabe el pronóstico: una de cada cuatro personas sufrirá un problema de salud mental a lo largo de su vida. Hay que actuar.

En segundo término, es palpable una intermitencia en la continuidad de los cuidados y un sobreuso de fármacos, que nos convierte a los usuarios de las unidades de salud mental en auténticos peregrinos de la desesperanza. La condición de paciente psiquiátrico es un sello que debemos superar, ya que ante todo somos personas en busca de un proyecto vital.

Y en tercer lugar, sufrimos una desconexión total entre la fase sanitaria de recuperación y una fase social de inclusión, donde el individuo asume un rol participativo y consigue ese proyecto de vida independiente. Solo al estar incluido en sociedad, la persona alcanza un buen nivel de salud mental y de plenitud, ya que el ser humano es por naturaleza un ser social. El sistema debe salir al rescate, mostrar una actitud proactiva y preguntarse: ¿Qué puede aportar esa persona a la sociedad?

Siendo esta la visión de partida del Comité, en rasgos generales, proponemos abrirnos a la idea de tres modelos de intervención, y que ofrezca en consecuencia una solución global. Esto implica ampliar el ángulo de visión.

Un primer modelo, de prevención y de promoción, vendría a abordar los problemas de salud mental en una fase temprana, cuando todo es más fácil. En este paso, sería determinante una campaña de sensibilización ambiciosa que situase a la salud mental en un plano de cuidado y de preservación, atendiendo especialmente a la población en riesgo de pobreza y socialmente deprimida. La sociedad debe valorar en su justa medida lo importante que es el disfrute de un buen estado de salud mental.

Un segundo modelo, llamado de recuperación, debe aumentar la intensidad del acompañamiento para lograr el éxito. Por lo tanto, planes más individualizados, más diálogo, mejor evaluación de los procesos, equipos de atención domiciliaria que eviten episodios de descompensación, y educación de las familias y allegados, como entorno donde se desarrolla la afectividad. Es un signo de nuestro movimiento asociativo prestar atención a las familias.

Y por fin, y quizá lo más complejo, debe existir un modelo específico para la inclusión social de nuestro colectivo. Este modelo se encargaría de crear un espacio propicio, accesible, para la aceptación de la diversidad, y para lograr el efecto último del empoderamiento y la autonomía.

Solo con la acción combinada de estos modelos podremos alumbrar un sistema eficiente, bien alimentado, universal, y de calidad.

Para cohesionar el conjunto, debemos introducir en los circuitos de la sociedad de la información un lenguaje en positivo que modifique nuestra imagen, y nos anime a salir del aislamiento para participar en las dinámicas sociales. La sociedad debe articular un lenguaje, ya que solo cuando existen las palabras existe la conciencia.

En definitiva, los problemas de salud mental son un fenómeno natural, y nadie debe ser excluido, ni prejuzgado por ello. Nadie es raro, ni nadie tiene la culpa. Todas las personas necesitamos el aliento de la autoestima y la seguridad.

Para cerrar el círculo, el enfoque de derechos humanos hará que no se pierda ninguna energía, hará que no haya un sufrimiento innecesario, y el bienestar ya no será un sueño inalcanzable.

 

Comité Pro Salud Mental En Primera Persona SALUD MENTAL ESPAÑA.